Tiempos fracturados

Roberto Burgos Cantor

Pasan los años y los que corresponden a cada quien son tiempos vividos. Los que se agregan para conocer de dónde venimos son épocas leídas o relatadas por quien las incorporó a su carne y a sus huesos.
En todos los casos nunca nos detuvimos en el presente. Fugaz estadía que acuña las monedas de lo que íbamos siendo. Evolución no siempre perceptible. Enfermos de porvenir apenas si ansiábamos un mañana. Ese futuro ignoto que ofrecía sin promesas consuelo, conformidad o esperanza.
¿ Fuimos? ¿Qué somos? ¿Qué seremos?
Porvenir hermético no suelta su paisaje. No enciende la lámpara del faro.
Cuánto hemos aprendido del inflexible transcurrir del tiempo y sus finales sin anuncio, sus retos inesperados, sus azares sin dirección que rompen cuidadosas elaboraciones.
Frente a descomunales incertidumbres esperamos el alivio de mecanismos como las encuestas, los líderes, las agrupaciones llamadas partidos políticos las cuales en el mejor de los casos fueron llamadas a compincharse alrededor de fanatismos, intereses, venganzas. Nada de doctrina y estudio. Una religión de curas de pueblo aplicados a poblar el mundo. Dos o tres frases sobre un Estado que impartiría educación, atendería la salud, buscaría una sociedad menos desigual. Y el encantamiento ante la palabra encendida y su saldo de ilusiones.
Ya no importa ni conmueve la ilustración que denotaban los latinajos, las cifras precisas que mareaban. Los planes de demostrada necesidad se desbarataban como castillos de arena, solo que muy costosos, muy frustrantes. ¿Acaso recordamos que somos el único país de América que fue incapaz de una reforma agraria? Nuestros sistemas impositivos ni siquiera han logrado un catastro serio y justo. ¿La vida urbana?
Son tantos los males acumulados que resulta risible una presidencia de cuatro años y la máscara de risa y lágrima de congreso, asambleas, concejos, que no afirman la democracia sino que expanden la mancha indetenible de la corrupción.
Algunos vuelven a pensar en los liderazgos. Hoy por hoy se venden cursos de liderazgo por correspondencia, por diplomados baratos. ¿Formas de dominación? Mandar es una catástrofe. Convencer o cambiar una enseñanza.
¿Será que debemos ser líderes de nosotros mismos, escarbar hasta el fondo lo que no somos?
Ser.

Imagen: María Isabel Rodríguez

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